La religión constituía un especto esencial y omnipresente en la vida de las antiguas polis griegas. Los dioses eran considerados, entre otras cosas, fundadores de las ciudades y creadores de las artes y es patente la presencia de sus deidades en una parte muy significativa de las amonedaciones griegas.
Pero, de acuerdo con Percy Gardner (*), aún en otras acuñaciones en las que la alusión a las figuras del panteón griego no era tan manifiesta, la simbología tenía igualmente un carácter mitológico y se refería a sus divinidades de manera menos directa. El modo en que los dioses se representaban en estas amonedaciones era la plasmación en ellas de los símbolos asociados tradicionalmente a las distintas deidades en los cultos locales de las ciudades.
Según Gardner, con el transcurso del tiempo, el símbolo asociado a una divinidad e, indirectamente, a la ciudad patrocinada por ella, podía llegar a convertirse también en el icono de esa población pero, en último término, el nexo existente entre la polis y su emblema era el dios correspondiente.
Está comunmente admitido que la lechuza es una representación de la diosa Palas, la lira de Apolo, la copa de vino de Dioniso o el tridente de Poseidón, pero Gardner va bastante más lejos cuando afirma que toda la moneda griega temprana tenía un trasfondo religioso.
Para él, la espiga presente en la amonedación de Metapontion (Magna Grecia) simbolizaba la fertilidad de Demetra, el escudo beocio representaba el escudo de Hércules, el escudo macedonio aludía al de Ares, la hoja de perejil de Selinus (Sicilia) a Zeus de Nemea, el caballo de Ferai (Tesalia) a Poseidón, el lobo de Argos (Peloponeso) a Ares o a Apolo Licio, la tortuga de Aegina a la diosa Astarte y el león de Cnido (Asia Menor) a Cibeles.
Los motivos identificados con una misma deidad podían y solían, incluso, diferir entre unas y otras polis, particularmente en un momento, el de las acuñaciones más tempranas, en que la interacción entre los pueblos helenos era todavía relativamente escasa y sus mitos presentaban un caracter marcadamente local.
Así, en la moneda de Croton (colonia de la Magna Grecia), Apolo era representado por medio del trípode; en Colofón (Jonia, Asía Menor) el mismo Apolo era representado por la lira; en Kárpatos (isla cercana a Rodas) por un delfín (relacionado con Apolo Delphinios, uno de los innumerables epítetos del dios); en Teos (Jonia, Asia Menor) por el grifo, relacionado con el Apolo Hiperbóreo; en Ialissos (Rodas), por el águila, ave del sol; en Clazómenes (Asia Menor) por el jabalí alado.
Algunas de las asociaciones simbólicas apuntadas por Percy Gardner quizás puedan considerarse peregrinas; otras quizás más plausibles; pero, en términos generales, parece razonable pensar que, un pueblo que hasta que Alejandro fue deificado por conquistar la mayor parte del mundo conocido no consideró a ningún mortal digno de aparecer en sus monedas, reserve la tan alta distinción de figurar en ellas a aquello perteneciente a la esfera de lo divino.
* Percy Gardner, The types of greek coins, Cambridge University Press, 1883
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